Resumen:
El Diario del Che en Bolivia constituye una de las escrituras del yo más curiosas que tenemos: en tanto diario de guerra, y además inconcluso, instala en recepción la necesidad de trabajar incesantemente con lo no-dicho, de llevar las palabras del “yo” a otro plano de resonancia. Un año después, en 1968, Héctor G. Oesterheld y Alberto y Enrique Breccia retomaron la palabra y la figura del Che para hacer una historieta; y esta palabra, en esa historieta, obligó al relato a escindirse en dos voces, por lo menos. En ese momento, el gesto valiente de Oesterheld y los Breccia inauguraba todo un espacio de problemas en el campo de la literatura popular; porque asumir repentinamente un nuevo estatuto estético y político resquebrajó la lisa superficie narrativa de la historieta de aventuras argentina (género que hasta los sesenta sólo había sido definido culturalmente por el concepto de “entretención”, y acaso por una vaga idea de “formación”) y la llevó a ejecutar torsiones inesperadas en el plano de la enunciación, al tiempo que se incorporaban a su discurso materiales semánticos inéditos: el Che, Eva Perón, el imperialismo, el pop y la modernización de las costumbres, un “presente de lucha”.
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Ponencia leìda en el Coloquio Internacional «Escrituras del yo», organizado por la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, entre el 18 y 20 de agosto de 2010.